Para este mes y más aún debido al rompimiento de "los nortes", mi corazón agarra un color como azulito, se pone nostálgico, melancólico e incluso hasta melodramático.
Pero todo esto tiene una razón: Mi abuelita Carmen se ponía muy contenta en Navidad y a mí esa contentera de ella, que se me murió cuando ella pasó a otro plano espiritual; me hace demasiada falta y mi corazón trata de ponerse contentillo; pero está en una lucha interna e interminable contra la ausencia de mi viejita.
Ella para estas fechas ya empezaba a planear la tamaleada, la cena del 24 y la cena del 31 de diciembre. Pierna de cerdo, arroz blanco, ensalada rusa. Nos recuerdo a todos reunidos en torno a ella. El 24 de diciembre se cenaba hasta después de las 12 medianoche (igual que el 31); con la diferencia que el 24 había que darle un beso al hermoso recién nacido antes de comer o de cualquier otra cosa.
Recuerdo que para un 24 en mi casa de Barrio Claret, Calle La Santana, hubo comida para 52 personas, entre ellas un viejito muy lindo que iba pasando por la calle y que ninguno de los presentes conocía.
Los tiempos cambian y las personas cambiamos. Extraño esas celebraciones porque una vez que ella se me fue, no se volvieron a dar y aunque puedo ir a muchos otros lugares; o en la casa de mi amada madre, cenamos alguito en esas fechas, no es lo mismo, no es la fiesta sana y hermosa a la que me acostumbré después de tantos años.
Son las 9:20 p.m. del primer día de diciembre del año 2015 y estoy sentado en mi escritorio, terminando unos trabajos y escribiendo un poco; el viento frio entra por la ventana a mi costado derecho y me enfría un poco el cuerpo, pero no me enfría los recuerdos.
Que dulce sería volver a aquellos tiempos, que hermoso sería poder repetir eternamente esos momentos aunque fuera en un mundo paralelo que me permitiera tener a quienes tenía en ese entonces y a quienes tengo ahora, cerca, cerquita, más bien adentro de mi corazón.
Diciembre me pone azulito, extraño, tristón, taciturno, pensativo. Diciembre me trae sentimientos dulces que cogen un poco de amargor al mezclarse con mi realidad presente. Diciembre siempre ha sido un complique para mi alma, si no es por una cosa es por otra; pero me siento extraño, me siento vulnerable.
Condenillo mes este. Condenilla temporada que hace que las personas volvamos a sentirnos un poquito más humanas y más cercanas.
Diciembre me basta y me sobra para condenarme y redimirme.
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