En mi humilde opinión (que en realidad no es tan humilde), este sentimiento (si es que es un sentimiento) es el que pone en movimiento al mundo.
Podemos tener muchos deseos de hacer algo, de tener algo o de lograr algo; pero sin la fuerza de voluntad no lo logramos.
La fuerza de voluntad es la que nos empuja a sacudirnos las cobijas de encima cada mañana, bañarnos e ir a trabajar aún sabiendo que el día quizá no vaya a ser provechoso y mucho menos placentero.
¿Cómo podemos trabajar nuestra fuerza de voluntad?
Yo voy a iniciar poniéndome dos letreros que digan en letras grandes: VOLUNTAD. Uno de ellos estará frente a mi cama y el otro en la pizarra que está en frente de mi escritorio y donde apunto las cosas que no debería olvidar.
En mi caso, la fuerza de voluntad incluye hacer cosas que generalmente no me gusta hacer. Dar órdenes, hablar directo, ser estricto, estar recordándole acciones a la gente que se supone debe de hacer, etcétera, son algunas de estas cosas; pero en los últimos meses he aprendido que tengo que agarrar al torito por los cuernos (a veces) y parar la situación de inmediato y a mí en esos casos me flaquea la fuerza de voluntad.
La fuerza de voluntad se necesita para muchas cosas, estudiar, trabajar, verse mejor, hacer dieta, hacer ejercicios, tener vida social, no usar drogas, escoger mejor tus amistades, etcétera, etcétera, etcétera.
En mi condición de creyente, cada noche le pido a Dios que me ayude fortaleciendo mi fuerza de voluntad.
Les mando montones de buenas vibras cargadas de positivismo y fuerza de voluntad.
Saludos,
Marco,
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