Iba decidido, muy decidido. El salón estaba en penumbras y en el fondo del salón, en un camastro, estaba ella, cobijada solamente de la cintura para abajo.
Estaba dormida, sabía que lo estaba por lo pausado de su respiración. Me le acerqué en silencio y me senté en una silla que estaba al lado de su cama. Las hermosas luces del Valle Central de Costa Rica, quedaron a mi espalda y en cierta forma taciturna, iluminaban su cara y su figura.
Cuanto amor me destilaba el corazón al estar frente a aquellos ojos que por primera vez hace casi 50 años me miraron con ternura. Frente a aquella boca que hizo brotar mi primera sonrisa, frente a aquellas manos que me acariciaron una y otra vez. No quería ni respirar para que no se rompiera el hechizo del momento frente al ángel que me trajo a esta vida.
¿De qué estás hecha madre mía? - Pensaba yo en silencio, mientras en ese mismo silencio miraba su cabello cubierto de destellos plateados.
De diamante, del más puro y firme diamante tan difícil de cortar y de moldear.
De caña, se dobla con el viento, pero es lo suficientemente fuerte para soportar los más crueles y rudos vendavales.
De coyunda, de cuero curtido madre. Tu fortaleza me alienta y me empuja y me da rumbo y dirección para seguir adelante.
De algodón, de ese de la finca que íbamos a empacar y a vender junto con una botellita de acetona.
De fragancia de árbol de 6 de la tarde, que endulza sin empalagar y trae recuerdos bonitos porque qué bonito es lo bonito ma.
De pronto, abriste los ojos y me sacaste de mi absorto pensamiento. Te di un beso y conversamos, me contaste de tu cirugía, me contaste de tu conversación con los doctores, me contaste que solo te dolía la garganta.
Espero que mañana regreses a casa, para cuidarte, para devolverte aunque sea una ínfima parte de todo ese amor que siempre nos has regalado a mí y a mi hermana.
Ella, ella, ella y siempre ella; me miró y me dijo, váyase ya, nos vemos mañana, si estoy aquí y ahora es porque Dios quiere, lo peor que puede pasar es que mañana no amanezca. Ruego a Dios que mañana regrese.
Solo, ella, solo mi madre; puede hacer que florezcan rosas aunque no hayan rosas.
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