miércoles, 13 de junio de 2018

Suicidarse es una forma de decir la verdad, posiblemente la más vehemente de todas.

¿Vos conocés gente que se haya suicidado? ¿Sí? ¿Sabés los motivos por los cuáles decidieron quitarse la vida? ¿De verdad los sabés o slamente crees que los sabés?

Yo he conocido varios, algunos de lejos, otros de cerca y uno de muy cerca y creo firmemente que todos dijeron SU PROPIA VERDAD.

¿Cuál es esa verdad? Desgraciadamente no la sabemos, aunque la podemos inferir. ¿Estaban hartos, cansados, desilusionados, preocupados, comprometidos, abusados, consternados, heridos, traumatizados, amenazados, desesperanzados, solos, solitarios, abandonados, despreciados, discriminados o cualquier otro de los cientos de adjetivos calificativos que le podríamos colgar a esta pregunta?

Algunos pocos, muy pocos, pudieron decir la verdad antes de hacerlo, una carta, una llamada, un mensaje, una nota, un whatsapp, qué se yo. Algunos pudieron decir su verdad para que la supiera el mundo, PERO, normalmente esta verdad se queda en las paredes de sus familiares más cercanos y el resto del mundo sigue preguntándose por qué.

Algunos otros nos invitan a averiguar esa verdad que en resumidas cuentas es que estaban cansados de el resto, sí de nosotros, de los demás, del dizque prójimo que se suponía debía estar ahí pero no estuvo, o no creyó que fuera tan profundo y tan fuerte el dolor o sentimiento que aquejaba a su ser amado, amigo o conocido.

¿Vehemente? Pues, sí, le duela a quien le duela es posiblemente la forma más vehemente de decir la verdad, su verdad, la verdad que no inferimos, no descubrimos, no imaginamos o simplemente la verdad en la cual no quisimos profundizar.

¿Les dolió que Mora Altamirano les dijera que estos seres humanos dijeron la verdad? Si les dolió es porque en el fondo saben que es cierto, que estas personas estuvieron gritando su verdad en idiomas conocidos y desconocidos, con acciones, situaciones, sentimientos, vivencias, acertijos quizá que NO supimos descifrar.

Estamos frente a un código profundo, significativo, doloroso, inexorable que cada vez que alguien cercano toma esta decisión para que pudiéramos ver más claramente que estaba pasando por un momento horrible; cada vez que esa persona cercana toma esa decisión, nos recuerda que quizá no pusimos suficiente atención o no le dimos la importancia del caso.

Todos los días desde ese día lo recuerdo y me pregunto por qué, por qué no me dijo nada, por qué no pude presentir o adivinar en su mirada, en su Facebook lo que le estaba pasando, qué pasó con mi intuición, que pasó con mi amor al prójimo que no me permitió ver, entender, analizar y ayudar a tiempo.

Debí haber preguntado, debí haberme acercado, debí interesarme en esa verdad que quería decir y dijo que una forma que desgraciadamente no logro entender ahora y que aunque ahora la entendiera sería muy, muy tarde.

¿Te escandalizaste por las palabras del Ministro Mora? ¿Sí? Pues te reto a escandalizarte por los miles y miles de personas que están viviendo un infierno de su verdad y te reto a que en lugar de criticar desde tu comodidad psicológica y espiritual, te acerqués a tus familiares y amigos y les preguntés si están bien, y te reto, aún más, a que no te conformés con un "si claro", sino que investigués, que te cerciorés de que en verdad esa persona está bien; no vaya a ser que sea la última vez que la veás porque la verdad que vos entendiste, es diferente a la verdad que te está diciendo, SU VERDAD, y se la lleve, vehementemente consigo.

¿Agridulce la vida?

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