Hola amigos y amigas,
Este domingo recién pasado, tuve la oportunidad de entrar por primera vez al Sanatorio Durán en la provincia de Cartago, muy cerca del volcán Irazú. Varias veces antes había pasado por el frente, pero nunca me había atrevido a entrar por miedo a algún encuentro con lo paranormal, en lo cual, me confieso ante ustedes; creo firmemente.
Tenía tanto temor como ganas de entrar a este lugar y quizá sentir alguna presencia extraña, un olor, un sentimiento, a lo mejor hasta escuchar algún sonido, alguna voz del más allá que me ayudara a corroborar mis teorías sobre la vida después de la muerte.
Mi sorpresa fue enorme cuando en efecto capté, no una sino muchas, presencias paranormales que evidentemente contrastaban con el orden lógico que deberían llevar las cosas.
Ese domingo me hablaron al oído los siguientes espíritus:
- La suciedad.
- La cochinada.
- La vagabundería.
- La pereza.
- El desinterés y la desidia.
- La falta de vergüenza.
- El ser corriente y desabrido.
- El mal comportamiento.
- El abandono.
- El desapego.
Todos estos espíritus presentes en las autoridades a cargo del inmueble y algunos de los visitantes que incluso andaban con sus marcadores escribiendo en las paredes.
¿Será acaso posible que el ICOMOS tome cartas en el asunto?
¿Será muy utópico pensar en un Sanatorio Durán restaurado y bonito que reciba a turistas nacionales y extranjeros con visitas guiadas por un historiador?
¿Quién dijo que el agua, el jabón y la pintura espantan a los fantasmas? Lo que podrían espantar es la cochinada, la suciedad y el abandono.
Si alguno de quienes me leen conoce a alguien que pueda hacer algo por esta majestuosa estructura, por favor, ayúdeme a correr la voz, ya que desde el domingo pasado el fantasma de la tristeza se me metió en el espíritu nacionalista y lo dejó intranquilo, lleno de vergüenza, ira e impotencia. Lo dejó lleno de cólera de ver a las autoridades impasibles ante tanto abandono y deterioro. ¿Algún político de la zona con cabeza empresarial para la comunidad?
El Sanatorio Durán podría convertirse en un centro turístico que ayudaría a la comunidad. Podría tener restaurantes, tiendas, una sala de proyección e información, un tour guiado por un historiador y tantas muchas otras cosas que no espantarían a los fantasmas sino que ayudarían a los vivos a mejorar sus condiciones.
No sé, solo algunas ideas después del tremendo susto de haberme visto en el espejo de la realidad de la idiosincracia de nosotros los costarricenses, después de haber pensado que lo que está pasando con el Sanatorio Durán, lo hemos ido replicando en nuestro país, en cada una de sus instituciones públicas y privadas, tanto a nivel de planta arquitectónica como del espíritu de nuestras instituciones autónomas, municipalidades, ministerios, embajadas, consulados, etcétera, etcétera, etcétera.
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