Tenemos una American Sttaford, pero la tenemos en la casa, bien cuidada y aunque es un torbellino de amor, no la dejamos que salga sola a la calle, ni mucho menos; si va a la calle es con nosotros.
Hace una semana, un Pitbull atacó a nuestro gato y le hizo varias heridas de consideración. Nuestro gato tuvo que ser intervenido quirúrgicamente y recibió un montón de puntadas pero no ha logrado levantar cabeza, no ha querido comer y ha andado cabizbajo y triste, tristón.
Hoy tuvimos que traer de nuevo a nuestro gato al veterinario, porque unas puntadas se le abrieron y se le estaba haciendo una infección.
Hoy, por un dueño irresponsable de un Pitbull en Residencial F y M de Jacó, nuestro gato se debate entre la vida y la muerte.
Nuestro gato se llama Martin y a pesar de que siempre quisimos que fuera gordo como Garfield, era el flacuchento más hermoso de todos los gatos. Nuestro gato se está muriendo por el ataque de un Pitbull que tiene un dueño/dueña irresponsable.
¿Culpa del perro? No, para nada (aunque no puedo negar que si lo hubiera visto atacando a mi gato lo hubiera molido a patadas). Culpa del perro no, culpa del animal que es dueño del perro. Así como ese perro (que podría haber sido de cualquier otra raza) atacó a nuestro gato, podría haber atacado a alguno de los niños que juegan en esa calle de esa comunidad que hemos querido aprender a llamar nuestro hogar. Los perros simplemente, no se dejan sueltos y solos en la calle.
Quizá el lunes tengamos que poner a dormir a Martin y escribo esto con lágrimas en los ojos como una catarsis de la increíble tristeza que estoy sintiendo ahora.
Martin ha estado con nosotros por más de 5 años. Lo rescatamos del Refugio de Animales en San Rafael de Heredia y ha andado con nosotros por varios lugares del país, lo rescatamos porque ya estaba grande y lo iban a poner a dormir.
Me siento tan, pero tan triste.
Todos los que conocen a Martin estarán de acuerdo conmigo que el "gato de la triste figura", es un gato con un temperamento muy particular, una "animalidad" muy propia. Martin no juega con hilitos, ni mecatitos, ni bolitas, ni rascador de uñas. Martin no come atún de humanos, ni pollo, ni otra comida humana. Martin no se te arrima ni se autoacaricia haciéndote creer que te ama. Martin pasa cerca de vos, con su caminado descobalado, te vuelve a ver y sigue su camino como diciendo, no pasa nada.
No sé si Dios escuchará el ruego de las personas por sus animales; pero preferiría que el doctor me llamara y me dijera que murió a tener que pasar de nuevo por la experiencia de poner a dormir una de nuestras mascotas.
No sé si Dios escucha las oraciones por las mascotas, no sé si ustedes amigos quieran orar por nuestro gatito, pero por favor les pido que le envíen todas las buenas vibras, o lo pongan en sus oraciones para que no sufra.
Martin, amigo gracias por todos estos años de compañía, en los cuales me has enseñado que para querer a otras personas no hace falta bajar hasta el suelo tu amor propio. Gracias por todas tus enseñanzas de gato callejero, de gato sabio, de gato curtido por la vida.
Ojalá pudieras estar con nosotros muchos años más, pero no quiero atarte Martin, quiero que vayás a donde te sintás mejor. Quiero que sigás como siempre has sido, con una opinión propia.
¿Será que uno puede amar a sus mascotas? Si claro, Martin, flacuchento, te amo y solo espero que estés donde te vayás a sentir mejor.









No hay comentarios.:
Publicar un comentario