Hola amigos y amigas, soy realmente nuevo en esto y debo admitir que estoy un toque retrasado, porque quiero empezar a escribir sobre unas personas súper especiales que conocí el viernes pasado y con quienes compartí un par de noches y tres días.
Quiero que sepan que no es la primera vez que me sucede pero también es verdad que tenía mucho tiempo sin sentir ese sentimiento tan hermoso.
Primero tengo que agradecer a Naty "Nina" Santamaría, Alex "Cubi" Cubillo y a Horacio "Hora" Hidalgo, quienes decidieron hacer (Campeonsísimos los tres), la vuelta al lago y me invitaron a ser su chofer para esos días.
Naty le pidió posada a "Marito" un excelente amigo y excompañero de trabajo de ella y este habló con sus padres y ellos amablemente accedieron a dárnosla.
Como buenos ticos, llegamos un tantico tarde después de varias peripecias y mandados que tuvimos que hacer antes de encaminarnos a la hermosísima Tilarán (Tilayork o Tilajersey ) diría mi querida DJ Pivy. Llegamos y Marito nos encontró en el ventoso parque de la Ciudad de los Vientos y de ahí nos llevó a vivir una de las mejores experiencias de vida que he tenido en los últimos años.
Gente hermosa, no, no, que va hermosa, hermosísima, de esa que aunque nunca antes te haya visto te saluda con un abrazo caluroso y una sonrisa de oreja a oreja y que buenas a primeras te abren su corazón y su hogar y te hacen sentir como que los conocieras de toda tu vida. Esa gente hermosa que se encuentra en los pueblos de mi hermoso país.
Después de conocer a Marito conocimos a Doña Berta (La Niña Berta), don Macho (Don Eliomar) y Anita y ahí empezó un momento mágico que duró 3 días, espero que se repita y lo conservaré en mi corazón por el resto de mi vida.
Nos acomodamos en su hermosa casa, una casa bella de zócalo, o sea una parte de concreto (la de abajo) y otra parte de madera. Y esa noche cansados del viajecito, dormimos placenteramente.
Muy tempranito a la mañana siguiente, yo escuchaba un palmeteo y me parecía como si un carpintero martilleara en un árbol cercano, pero que va, era doña Berta, a quien le diremos Doñi (como la llaman sus montones de exalumos, graduados de la Escuela de Sabalito. Una hermosa escuela unidocente en la que trabajó durante muchos años). Doñi, estaba haciendo tortillas, había hecho café, huevo pateado, y había servido la mesa para que desayunáramos antes de que Naty, Cubi y Hora, se fueran a cletear, chapalear lodo, pasar por ríos y (aunque dicen que no), seguramente irse al suelo más de una vez.
Antes de irnos, Doñi hizo una hermosa oración por nosotros, fue gratificante, reconfortante y fue como sentirnos (al menos yo) protegidos por la Mano Poderosa de Dios y los Ángeles Custodios que ella le pidió mandarnos.
Después de algunas horas (pocas para hacerle honor a los cleteros), al ir de regreso de Fortuna hacia Sabalito de Tilarán, mi carro empezó a pedorrear, brincar como un ternero y se apagó. Cabe destacar que a mi persona, Naty, Cubi y Hora, se nos habían unido Nony y Jeca, que son amigos del hospi de Heredia y también andaban cleteando.
Al cabo de un rato de estar pensando en la mala suerte que teníamos apareció el primero de los Ángeles Custodios que nos mandó Doñi, un furgón paró y nos preguntó que si teníamos una linga (lo cual no teníamos), nos remolcaría hasta donde íbamos, pero por falta de planificación el primer ángel custodio se nos fue. Luego el segundo, un muchacho "fortachón", se bajó del carro, pegó la linga, movió el Montero y lo revisó, le cambió una pieza y el carro arrancó y nos arrancó risas de alegría. Estábamos contentos de estar de nuevo en camino a Tilarán lugar en el cual dejaríamos a Jeca y a Noni y nos regresaríamos a Sabalito.
El bendito carro caminó unos dos kilómetros, el carro (conste que fue el carro) se tiró 3 pedos y por más que hicimos a arrancarlo no quiso, no quiso y no quiso. Al final con toda la vergüenza del mundo, llamamos a Marito y llegaron él (Marito), don Macho y un mecánico amigo de ellos.
En mi desesperación, había mandado llamar una grúa para que nos remolcara a Sabalito y luego pasar el carro al taller. Cuando llegó el mecánico y preguntó que si podía encender el carro para medio ver que era, nuestra sorpresa (de Hora, Cubi y un servidor), fue que el bendito carro arrancó como si nada le hubiera pasado o si lo viniera sacando de la agencia. De camino nos topamos al señor con la grúa, quien fue muy amable y solamente me cobró una módica suma por el gas que pudo haber gastado. La grúa venía detrás de nosotros y apenas la grúa se separó de nosotros unos 100 metros, el carrito se quiso apagar de nuevo pero ahí a brincos y saltos logramos llevárnoslo a donde don Macho y doña Berta. Como detalle vale la pena decir que solamente el celular de Hora, tenía batería, los demás estaban muertos.
Comida caliente, abrazos maternos y sentirse querido por estas maravillosas personas me devolvieron el alma al cuerpo y la fe en la humanidad. Ellos me confirmaron, una vez más, que en mi país vive gente buena, gente sencilla y gente con el corazón más hermoso del mundo.
A la mañana siguiente de nuevo pinto, tortillas palmeadas (las de paquetico no me gustan, me las como si no hay de otra), huevito, café, jugo, salchi; bueno que más decir que estuvo de lujo. Y al irnos, antes de montarnos al carro, de nuevo la oración sanadora y restablecedora de Doñi. Gracias doña Bertha por ponernos en esa comunicación directa con Dios.
Se me olvidaba decir que Marito, llevó a nuestros amigos Jeca y Nony a Tilarán la noche anterior para que recogieran su carro.
Aún estoy estupefacto, fue como una cucharada de aguamiel para la vida, para la esperanza. Los vecinos de esta familia también hermosas personas.
Gracias Naty, Cubi, Hora, Doñi, don Macho, Anita, Marito, Jeca, Nony y los vecinos con su hermosa casa y su hermosa cocina de leña separada de la casa, como las de antes, como la de mi abuelito. Gracias porque a pesar de que el carrito me dio mala vida estos dos días, ustedes me la hicieron dulce. Un recuerdo dulce, dulces personas. Dios los y las bendiga hoy y siempre.
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